domingo, 8 de diciembre de 2013

Quisiera

Para tí, L.

Quisiera perderme en tu espalda. En esa espalda que no me canso de tocar, de lamer, de arañar al hacer el amor. Quisiera no llegar al orgasmo nunca, para siempre quedarme enganchado, tú dentro de mí o yo dentro tuyo.

Quisiera estar siempre sucio, para que tú me bañaras, lijaras mi piel hasta expiar mis pecados. Pero no se podría. Porque mi pecado eres tú.

Quisiera que siempre fuera la tercera vez. No la primera, no la segunda. La tercera. Una mezcla perfecta de curiosidad, de inexperiencia, confianza y pudor. Solo el pudor necesario para no llegar hasta la locura, pero perderme siempre en el deseo de más.

Quisiera ser lo que respiras. El vapor de cada exhalación. Quisiera que por siempre rozaras mis caderas con las tuyas, que respiraras a mi oído como cuando a punto del éxtasis me susurras mi nombre, inhalas con fuerza y te entregas a la pasión desenfrenada. A los deseos. Al intercambio de amor en miradas, de pasión en estocadas, de culpa en sonrisas.

Qusiera que estuvieras siempre a mi lado. Que no me dieras mis buenas noches, que las hicieras. Que cada noche despertara con un brazo adolorido porque tú te dormiste encima de él. Quisiera nunca tener frío. Quisiera siempre ver tu cara al despertar, y despedirme del mundo viendo tu rostro.

Sentir tu mentón rasposo, tus manos sobre mi cuerpo, tu cabello negro cual mi conciencia y tu piel rozando la mía.

Quisiera, tantas cosas más quisiera...


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